El arte del desencuentro

"Las habilidades de este arte son complejas. El punto es ver y a la vez pretender que no estamos viendo. Mirar inofensivamente, sin provocar respuesta, ni invitar ni justificar reciprocidad; estar alertas mientras demostramos desatención: un escrutinio disfrazado de indiferencia. Una mirada reconfortante que nos asegure que nada seguirá a esa mirada indiferente ni presupondrá obligaciones o derechos mutuos. 
La multitud urbana no es una colección de individuos, sino un agregado indiscriminado e informe en el que el individuo se disuelve".

  

Zygmunt Bauman

Una línea fina

Entre la cordura y la locura hay una línea muy fina. Andamos por ella sin pensarlo mucho, arriesgándonos sin ser conscientes de que podremos caer en un lado o en otro. ¿Qué pasa cuando empiezas a darte cuenta de que tu vida gira en torno a esa línea?, pues que necesariamente tienes que elegir en que lado caer, no sé si la palabra exacta es elegir, pues sería muy fácil que todos nos encontráramos en el lado de la cordura. Creo que no se trata de elegir, sino de intentar colocar el peso en el lado correcto. ¿Qué lado es el correcto?, supongo que el que menos miedo te da…

Caer en un lado u en otro marcará el resto de tus días, a partir de ese momento ya no habrá vuelta atrás y estarás solo ante los monstruos de la vida que te acechan por la espalda sin preguntar. Seremos monos o bárbaros, seremos eruditos o eminencias, pero siempre con el ansia de ser felices, con el anhelo de no haberlo conseguido hasta el día en que muramos, de nuevo solos. Y la muerte no es el final, no es el vacío inmenso y oscuro que creemos, la muerte llena vidas y nunca es indiferente.

Cuando estamos solos con nosotros mismos, no podemos acallar esa voz permanente que es nuestra conciencia, que sale desde las entrañas más profundas haciéndote ver lo inútil que eres y poniéndote en constante duda con todo cuanto te rodea. En el momento que sabes que eres tú, que te das cuenta de que llevas toda una existencia, andando por una línea con el temor de no conocer la solución ni la conclusión, entonces, ahí, es cuando por fin alcanzarás el camino por el que vagarás saltando obstáculos, escondiéndote detrás de los árboles, tumbándote bajo las estrellas, encontrándote más monos ansiosos de felicidad. Entonces, ahí, es cuando decidirás si andar o quedarte quieto, si correr hacia el final o simplemente sentarte a esperar. Ahí, solo, triste, hablando con tu mente y tu cuerpo, sufriendo, soñando, sintiendo dolor; ahí, sabrás, comprenderás que jamás encontrarás la felicidad, ni la solución, ni la conclusión que te permita saltar obstáculos, correr, reír, abrir todas las puertas ocultas, responder preguntas cuya verdad está escondida en algún lugar del bosque enmarañado y seco que es tu vida.

It's up to you


Me compré unos chestefield para volver a fumar
y que fuera algo diferente.
Me senté genuinamente
para sentir cómo estaba sentada desde hace rato.
Me eché agua fría en la cara
para comprobar que me cubre un rostro.
Y lo hice todo lentamente para observar, además, que vivía.

Lo miro todo sin nombre
y ahora que cambiamos de estación
no quiero datos
sólo quiero perderme
en las sensaciones que vayan pasando.

Déjalo estar.
A ratos veo partes del otoño por ahí,
a ratos rayos duros de sol.
Y sólo a veces conviene hacer una fiesta,
sólo a veces llorar.

Las venas se mueven como relojes de arena
y todo este tiempo
viaja en nubes de humo sobre mí
en una espesura de alegría y languidez.
Y es ahora,
cuando dejo de ser consciente,
y sólo siento de lejos la respiración
que pesa,
sin embargo envuelta en un ambiente ligero y saltarín.

Entonces tengo que reconocer
que no sólo yo contribuí
a esa sensación de abandono y encuentro.
Ahí están las chispas intemporales,
el sonido centelleante de alguna música que descubrí.

El día es largo
y no vuelve más
no hay culpa ni condecoración.
Sólo hay que seguir
sin esperar nada a cambio
it's up to you

Nada

"Y a mí llegaban oleadas, primero, ingenuos recuerdos, sueños, luchas, mi propio presente vacilante, y luego, agudas alegrías, tristezas, desesperación, una crispación importante de la vida y un anegarse a la nada. Mi propia muerte, el sentimiento de mi desesperación total hecha belleza, angustiosa armonía sin luz…".


Carmen Laforet

El círculo de la estupidez

No sé qué viene antes si el olvido o el desinterés. De todas formas, siempre llegamos a vivir ese momento de ruina de todo, ese momento en el que el círculo de la estupidez se cierra. No hay posibilidad de amor o de odio,  de olvido o recuerdo,  de alegría o tristeza.
Habré discutido unas catorce mil veces. He fumado la pipa de la paz otras tantas. He confirmado lo gilipollas que somos todos casi todas las semanas de mi vida. Me he pegado un martillazo en la cabeza dos veces al año. He mirado inocente siempre una vez más. Y nunca hay remedio, no hay remedio ni descanso para ninguno de nosotros. La vida es una sucesión de días que saben a mierda y días que saben a gloria. Así, sucesivos o intercalados, o mañana y noche, o tarde y noche, o mañana y tarde. Hora sí hora no, minuto sí minuto no. 

¿Que qué quiero decir? pues nada. Nunca digo nada. Solo observo los movimientos torpes, la verborrea torpe, las decisiones torpes, las explicaciones torpes. Ese creernos perfectos torpe. ¿A que tú también crees que llevas siempre la razón? Yo siempre llevo la razón, qué le vamos a hacer. 

Montar el número, decir una frase larguísima que no significa nada, preguntarme una y otra vez dónde coño estoy, pensar que todo parece mentira, escuchar una canción y catar cien mil veces seguidas, pillarme los dedos, decir esto es la hostia y olvidarlo siempre. Tener el peor día de mi vida y al día siguiente el mejor. Empeñarme en grandes palabras  como la honestidad, la voluntad, el esfuerzo, la seriedad, el futuro, el trabajo, la coherencia, las decisiones, la vida.  
Y mañana dejo de fumar, mañana acabo el libro, mañana viajo a la India, mañana empiezo a hablar bien, mañana aprendo idiomas, mañana friego los platos, mañana hablo a las plantas que se mueren, mañana me levanto a la primera, mañana soy todo eso. Mañana hago todos esas cosas que cuando no las hago me siento como el culo -pero que cuando las hago no me siento especial.
¿Cómo lo llaman?, ¿intenciones?, ¿planes?, ¿el día de mañana?

Vivimos –o al menos yo lo hago- como si fuera a ser memorable, como si existiera ese “mejor”, como si las victorias fueran posibles, como si fuera a haber palmas y fuegos artificiales cuando das en el clavo. Como si fuera a haber descansos así, descansos de verdad, no un rato de calma. Como si fuera a haber conquistas de esas que nunca te abandonan. Como si lo fuéramos a recordar.
Cuando todo va mal cambio todo de lugar, así, para despejar la vista, para hacer como si fuera nuevo, como si lo que me rodea fuera otro y distinto. Creo, para volver a empezar. Pues bien, acabo de pensar en hacerlo pero cuando empezaba recordé que el año pasado en diciembre hice lo mismo. He pensado un rato y una frase ha atravesado mi mente: el círculo de la estupidez se cierra.    

Señora de rojo sobre fondo gris

"No ignoro que el recurso de beber para huir es un viejo truco pero ¿conoces tú alguno más eficaz para escapar de ti mismo? Una copa acartona el recuerdo, pero, al propio tiempo, convierte la onerosa gravedad de tu cuerpo en una suerte de porosidad flotante. Algo parecido a la fierbre. Pasado el trance, sobreviene el decaimiento, pero hay un medio para evitarlo: mantener en sangre una dosis de alcohol que te imbuya la impresión de que participas en la vida, de que la vida no pasa sobre el hoyo en que te pudres sin advertir que existes. Esta forma de energía suele identificarse con la alegría, aunque, por supuesto, no es la alegría. A lo sumo, una energía inferior, improductiva; en caso contrario, yo trabajaría. Pero mi ingenio, si alguna vez existió, se ha agotado...".


Miguel Delibes

Poema para ti, que nos escuchas


El problema de la poesía, el problema de la vida es el tiempo. Las pequeñas realidades petrificándose dentro de una gran realidad dinámica.

Instrucciones para leer:
nunca preguntarse en qué parte de la realidad del que escribe encaja esa palabra, esa historia.

En una primavera de tormentas (yo) escribí sensaciones que tuve entonces. Ese poema nunca llegó a la persona que había que raptar. Llegó a conocidos, desconocidos y gente que incluso me quiso. Más tarde, y con premeditación, se hizo realidad, casi fielmente, en el frío de nuestras muñecas, en el tuyo y en el mío.

Y ahí está la poesía, ahí está la vida, donde queda todo aquello que quisimos hacer, todas las personas que quisimos ser, muertas sobre papel sobre una calle en la que no dejan de pasar estaciones, pies caminando, motos, coches, autobuses.   




I

Nunca llegamos a contar las cosas como pasaron.
Nunca lo volvemos a recordar.
Toda palabra es cordura
toda historia un camino.

¿Decir?,
qué había que decir entonces
si todo era loco y perdido.

La comunicación
si llegó
se hizo de todos los restos de silencios,
de todo lo que nunca se llegó a decir.

Pero ahí trazamos nuestro mundo,
hecho de la templanza de las formas que había,
en la seguridad de las frases usadas,
con las historias que deben ser.

Cómodamente sin escoger
elegimos la soledad
de hablar un lenguaje callado
en  palabras dadas.
Eso de las buenas maneras.
Eso de hablar propiamente,
de oír decir y decir,
de oír
para poder decir.
Para poder hacer un martes de cordura hasta el final,
para transformar un mundo salvaje
en vidas semejantes,
calladas como el orden.

Palabras como números,
palabras como calles,
palabras
como estanterías,
que no cuentan lo que se extravía,
lo que no se coge,
lo que se va.

Y entonces
es la pausa sobre todo lo demás.
Lo que ya no recuerdas.
Lo que nunca supiste.
  
II

¿Y  de qué nos hicimos tú y yo?
¿qué nos dijimos
que nadie sabía?.

Siempre te quise contar otras cosas.
Y hoy me disfrazo de sangre
porque no me escuchas
y te quiero decir algo.

Y lo que me extraña es que nadie vaya hoy de rojo,
que nadie tenga hoy
nada que gritar.

Y entre todo el ruido nos miramos
y en silencio te voy a decir
que te voy a unir a mí,
en esa diferencia entre lo dicho y lo posible.
En el silencio de todas las cosas que dicen calladas,
te voy a unir a mí.

Pasos en alguna dirección
o una cosa que se vio
y completó su existencia
sin adquirir la forma concreta de una frase,
porque tal vez decirlo con palabras
no era tan importante.

III

Voy a hacer una realidad que recordemos,
voy a decirte algo que no sea un relato que olvidar.
Un mundo hecho de otras cosas,
una larga historia de silencios que contar.
Cuando la conversación en verdad dicha
sólo parezca ahora una música ambiente;
como una luz de atardecer,
o un suelo de tarima
o un cielo abierto
o una estatua.
Algo que sólo nos rodea
mientras hablamos tirando colores sobre la mesa,
guiñando con disimulo,
callando
cuando hay que hablar.

Porque lo dicho
no llega a ser todo el contenido
de lo que pasa.
Hay pocas palabras
muchas veces usadas
y es poca la memoria
para recordar.

Pero yo lo que quiero es darte un lenguaje tridimensional
que rompa las buenas maneras
y hable de lo que sé de ti.
Decir
como todo lo contrario del olvido.
Decir
como regalar.

IV

Porque siempre está toda la realidad abierta ante nosotros
moviéndose como la sangre dentro,
emanando invisible
de cada parte mínima del mundo.
Cualquier cosa que llame nuestros sentidos en el instante.


Una sombra que ahora habla,
las manos agarradas,
el timbre,
los balbuceos.
Equívocos.
Gestos año tras año
y las cosas que tú nunca dices.
Acontecimientos sobre los que luego pienso
y se quedaron inaccesibles a las palabras
o sólo despreocupados de ellas.

Y todo lo demás que hace el mundo.
Interpretaciones, chismorreo, o sólo mentira.
Ausencias, intentos o sólo secretos.
El cortocircuito entre todos nosotros,
la laguna,
el abismo,
la soledad.
  
V

La cabeza llena de comodines
de interrogaciones,
de supuestos,
de saltos mortales.
Los pasos llenos de la incertidumbre
de lecturas vacilantes,
de los sorbos despreocupados de los sentidos.
Saber
sin saber que sabes.

Diálogos cerrados como canciones,
el pacto secreto de los modales,
la cordialidad de las medias verdades.

Cruzarse de brazos
sin sorpresas
reaccionar
sin sorpresas
lanzar palabras como acuerdos
sin sorpresas.

VI

Y en verdad no hay grandes secretos
sólo ausencias.
Porque jugamos al juego de hacernos los tontos.
Sin palabras mal sonantes
sin grandes robos.

Yo no te puedo raptar
pero lo haría
y a ti te gustaría.

Pero a lo mejor
esto será lo que forme parte de la literatura,
de la letra subterránea y susurrante del arte.
Pero yo te lo diría
yo rompería todas las reglas de las buenas maneras
y la normalidad
y te enviaría
lienzos de rojos vivos,
te enviaría
cucharadas de sangre,
agua para mojar tus muñecas ahora,
frases en el ladrillo frente a tu ventana,
gritos alocados,
mordiscos sin cordura.
Te enviaría
latidos del corazón,
y sueños y pesadillas,
y todo mi mundo
en el lenguaje de los locos.
Y tú irías ciegamente
corriendo de mi mano
y en algún punto
estaríamos lejos
de un mundo de silencios o palabras.

VII

Porque esto es lo que quiero
decir finalmente.
Sentir
que en este mundo nos unimos.
Decir
de tal modo que llegues a saber,
decir de tal modo
que nunca llegues a olvidar.

Hacer algo perdurable,
sangrante,
vivo.
Hacerlo para ti.
Decir locamente si hace falta,
algo que sea muchas cosas,
algo que se retuerza,
que se resista,
que se quiera escapar siempre salvaje.
Algo amplio entre tú y yo
que pueda contar esa violencia,
nuestra duda, ese caos.
Algo que muestre un amor y un odio,
un antirelato,
unos segundos que vinieron como balas,
unos silencios como gritos.
Aunque sea un dibujo y no la vida.
Aunque sea esto y no la realidad.


Y así traigo el caos y el silencio disfrazados
para sacrificar amores y odios
por la vida subterránea de una obra.
Realidad perdida
por el arte.
Incertidumbre
en lugar de seguridad.
Eternidad
en lugar de muerte.

Un tema concreto

Voy a intentar por todos los medios que esto que escribo no acabe en palabras huecas que no dejan espacio ni para el miedo; palabras afiladas y retorcidas que vienen de una mente desequilibrada y angustiada por preguntas sin respuesta y soluciones inexistentes. Que la negatividad no pese más que el aire que respiramos y las lágrimas no resbalen sin control alguno por nuestras mejillas. No sé si quiero decir algo o simplemente tecleo para ir comiéndole “cachos” al día, de una forma u otra aquí estoy, dispuesta a dejar volar los sueños a sus anchas por mi habitación oscura y fría donde las mentiras han dejado de tener sentido.

Y vuelvo a querer encontrar un objetivo que haga que me sienta menos insegura y me de respuestas inmediatas al porqué de todo esto. Y no me refiero al porqué del aquí y el ahora, sino al porqué de todo esto, sí, al porqué de todo esto. Volvedlo a leer. AL PORQUÉ DE TODO ESTO. Siento que lo que me rodea es una broma pesada que un día sin darme cuenta terminará y por fin empezaré a disfrutar de los buenos momentos que mi memoria guarda bajo llave. Pero ahora mismo solamente veo rostros llenos de críticas, ojos blancos vacíos y gestos dolorosos. El porqué de todo esto no es más que un mundo donde la educación no es importante, el respeto no se conoce y el dinero y la religión están por encima de nuestras cabezas, sobrevolando a nuestros pensamientos e impidiendo que seamos seres humanos. Sólo es eso, hemos dejado de ser humanos y hemos pasado a ser algo que no conozco y me da miedo. El éxito no tiene sabor ni olor y me gustaría, a veces, que las personas no actuaran según el cliché que tienen.

Creo que he vuelto a no decir nada, espero que en un futuro esto no me vuelva a ocurrir y hable de cosas concretas, porque cuando se hablan de cosas concretas a mí me parece que se entiende todo un poco mejor. Quizás sea que a pesar de tener miedo, aún sigo creyendo que hay algo en lo que puedo centrarme sin salir corriendo. Algún día elegiré un tema y solamente hablaré de él; hoy por hoy, no puedo.

Semifrío


Imagino a veces que estoy boxeando,
que bailo a los pies del vértigo.
A veces imagino que la tierra es sólo mía y todo a mi lado mira sin ver nada, hace ruido
sin llegar a decir.
Y parece que a todas las partes del mundo, a todas las acciones
les falta uno o varios trozos. Que todo está desconectado de todo y nada comprende nada.

Una boca bajo el antifaz
un trozo de ti bajo la sombrilla
una dirección borrosa de pasos
que no sé hacia donde van.
Semifrío.
La parte de una parte de una parte.

Interpretar, hacer como sí.
Jugar a que entendemos todo de este mundo
y que sabemos exactamente lo que hacemos.

¿cuántas veces al día sientes que te has equivocado?
¿cuántos disfraces has tenido ya?

Paralelamente a mis confusiones cotidianas
estoy jugando contigo a ver en qué nos convertimos.
No lo sé.
Estoy fingiendo tranquilidad,
estoy haciendo de persona que sabe lo que hace,
de persona que tiene en su cabeza
un camino que sólo poco a poco se irá desvelando.
Pero no, ¿lo sabes tú?
yo sólo respondo a arañazos o caricias,
a indiferencia o aburrimiento,
sólo respondo a la luz que es estar esperando.

A veces imagino que los otros cuerpos  son también cuevas.
Que todas las casas son cuevas
donde lo extraordinario y lo salvaje se defienden
de todo lo que ahí fuera escupe olvido y nimiedad.



Saltar a la pata coja

Qué difícil es empezar algo que solamente has tenido en la cabeza y nunca has hecho el intento de llevar a cabo. Tanto tiempo encerrado en un espacio minúsculo del cerebro, esperando a que llegue el momento en el que se decida poner uno manos a la obra. Han pasado muchos días queriendo hacer esto, trazando planes y meditando de cómo sería. Y, hoy, llegados a este punto, veo todas las incapacidades sobresaliendo por mis dedos al presionar estas letras descolocadas y sin sentido. Pero no pretendo convertir esto en un montón de reflexiones individuales y tristes. Quiero creerme que puedo y que escribir no es sólo algo que tengo encerrado en mi cabeza, quiero creer que puedo comunicar y luchar de la mano de los lectores para crear un espacio libre donde la cultura, las pasiones y las cosas de verdad importantes, valen más que un conjunto de seres humanos viendo la televisión a la misma hora y hablando del tiempo en el mismo espacio. Que no digo que esto sea un error, sólo que para la que escribe poesía, “poniendo su alma en papel” y para mí existe algo más que nos hace movernos y respirar por las mañanas, algo tan sencillo como brindar con una cerveza o reír a la vez sin necesidad de explicar un porqué.

Escribir no es un pasatiempo, escribir es una forma de vivir en el que es posible hacer realidad todas las ilusiones que nuestra imaginación lleva a cabo a lo largo de los segundos, los instantes que no podemos detener ni guardar pueden quedar dibujados en líneas de tinta para no ser olvidados. Escribir es una forma de encontrarse a uno mismo si uno mismo está dispuesto a encontrarse, puede ser doloroso o esperanzador y puede ser el remedio invisible que todos andamos buscando.
Me está constando no dar rodeos sin fundamento, me resulta muy difícil unir palabras con significado que realmente trasmitan algo; a veces me pregunto si el objetivo de todo esto es trasmitir algo, ¿quién soy yo para considerar que estas reflexiones puedan trasmitir algo importante? Una vez aquí, me limitaré a escribir sin más y sin esperar un final argumental: el fin está en la propia acción. Y si en algún momento me siento lo suficientemente ridícula cerraré lo ojos muy fuerte y me iré a las clases de Gabilondo donde todo era de color granate y con olor a tomillo.

Supongo que esto sólo es el principio de algo que espero lograr, haremos entradas con soluciones enormes y haremos entradas que no digan nada. Realizaremos listas de sólo cosas buenas y hablaremos sin escondernos detrás del miedo. Da igual que sea una poesía, una reflexión o un relato. Todo, absolutamente todo, dirá algo de nosotras. Una foto, un vídeo de YouTube o una receta de cocina. La situación es muy sencilla: “sal, da una vuelta y enseña los dientes, salta a la pata coja y siente que estás vivo”

Introducción

Sólo puede ser otra cosa, sólo puede ser distinto o no ser nunca. Si nos vamos a quedar a medias no lo hacemos. Salir de casa por la ventana. Hacer un truco de magia, luchar con espadas, hacer que las palabras sean fuerzas de fuego, vasos de agua, temporales de aire. Porque este debe ser un lugar que nos permita conjurar, gritar con violencia velada, tener un plan contra los demonios y los fantasmas. Sólo cosas vivas, sólo cosas resucitadas. Sin objetivos. Sólo lo inútil, sólo lo que no va a ir a ningún lugar, sólo lo huérfano de sentido. Sólo crear la posibilidad de que todo sea de otro modo. Sólo saber que es posible que sea de otro modo.

Qué mejor que crear un lugar donde mueran las cosas que no podemos dejar de intentar ni intentar a la vez. No propósitos, sino cosas inevitables, puntos de fuga, evasiones, disfraces. Por qué no nos inventamos un viaje, sabiendo que es un viaje desde el mismo lugar de siempre pero sin remordimientos. ¿Nos dejamos llevar? ¿Luchamos contra la acritud, contra la fatiga, contra la tristeza? ¿Creamos un lugar en el que escapar?
Qué mejor que dar un lugar a las causas perdidas para que se diluyan en la inmensidad de la Red, si en los días de todas formas se nos van atravesando las causas perdidas  Este compromiso requeriría fuerza, requeriría sacar horas o minutos de lucha contra una melancolía más cómoda. ¿Dejamos de lamernos las heridas y jugamos a ser quien no somos?

Vigor, brío, esfuerzo, acción, rapto. No vale andar vagabundos, ahora sólo vale correr. Huir, experimentar de otro modo con este decorado, vivir en la oscuridad de lo que nos da la gana. Poner toda la carne en el asador, comerse a Dios por una pata. Escapar riéndonos a carcajadas después de haber robado del mundo lo mejor.  
Sólo hay que elegir las cosas que dan fuerza y seguirlas. Dejamos lo demás para otra ocasión. Vitaminas, convulsiones, gritos alocados, el punto irracional. No es si quieres, o si puedes, es si te atreves. 

Vamos a ser negadores de la realidad. Vamos a hacer como si no hubiera mañana, como si no hubiera límites, como si todo fuera una oscuridad salvaje donde sólo cabe inventar que en el fondo ríes.