No sé qué viene antes si el olvido o el desinterés. De todas formas, siempre llegamos a vivir ese momento de ruina de todo, ese momento en el que el círculo de la estupidez se cierra. No hay posibilidad de amor o de odio, de olvido o recuerdo, de alegría o tristeza.
Habré discutido unas catorce mil veces. He fumado la pipa de la paz otras tantas. He confirmado lo gilipollas que somos todos casi todas las semanas de mi vida. Me he pegado un martillazo en la cabeza dos veces al año. He mirado inocente siempre una vez más. Y nunca hay remedio, no hay remedio ni descanso para ninguno de nosotros. La vida es una sucesión de días que saben a mierda y días que saben a gloria. Así, sucesivos o intercalados, o mañana y noche, o tarde y noche, o mañana y tarde. Hora sí hora no, minuto sí minuto no.
¿Que qué quiero decir? pues nada. Nunca digo nada. Solo observo los movimientos torpes, la verborrea torpe, las decisiones torpes, las explicaciones torpes. Ese creernos perfectos torpe. ¿A que tú también crees que llevas siempre la razón? Yo siempre llevo la razón, qué le vamos a hacer.
Montar el número, decir una frase larguísima que no significa nada, preguntarme una y otra vez dónde coño estoy, pensar que todo parece mentira, escuchar una canción y catar cien mil veces seguidas, pillarme los dedos, decir esto es la hostia y olvidarlo siempre. Tener el peor día de mi vida y al día siguiente el mejor. Empeñarme en grandes palabras como la honestidad, la voluntad, el esfuerzo, la seriedad, el futuro, el trabajo, la coherencia, las decisiones, la vida.
Y mañana dejo de fumar, mañana acabo el libro, mañana viajo a la India, mañana empiezo a hablar bien, mañana aprendo idiomas, mañana friego los platos, mañana hablo a las plantas que se mueren, mañana me levanto a la primera, mañana soy todo eso. Mañana hago todos esas cosas que cuando no las hago me siento como el culo -pero que cuando las hago no me siento especial.
¿Cómo lo llaman?, ¿intenciones?, ¿planes?, ¿el día de mañana?
Vivimos –o al menos yo lo hago- como si fuera a ser memorable, como si existiera ese “mejor”, como si las victorias fueran posibles, como si fuera a haber palmas y fuegos artificiales cuando das en el clavo. Como si fuera a haber descansos así, descansos de verdad, no un rato de calma. Como si fuera a haber conquistas de esas que nunca te abandonan. Como si lo fuéramos a recordar.
Cuando todo va mal cambio todo de lugar, así, para despejar la vista, para hacer como si fuera nuevo, como si lo que me rodea fuera otro y distinto. Creo, para volver a empezar. Pues bien, acabo de pensar en hacerlo pero cuando empezaba recordé que el año pasado en diciembre hice lo mismo. He pensado un rato y una frase ha atravesado mi mente: el círculo de la estupidez se cierra.