Poema para ti, que nos escuchas


El problema de la poesía, el problema de la vida es el tiempo. Las pequeñas realidades petrificándose dentro de una gran realidad dinámica.

Instrucciones para leer:
nunca preguntarse en qué parte de la realidad del que escribe encaja esa palabra, esa historia.

En una primavera de tormentas (yo) escribí sensaciones que tuve entonces. Ese poema nunca llegó a la persona que había que raptar. Llegó a conocidos, desconocidos y gente que incluso me quiso. Más tarde, y con premeditación, se hizo realidad, casi fielmente, en el frío de nuestras muñecas, en el tuyo y en el mío.

Y ahí está la poesía, ahí está la vida, donde queda todo aquello que quisimos hacer, todas las personas que quisimos ser, muertas sobre papel sobre una calle en la que no dejan de pasar estaciones, pies caminando, motos, coches, autobuses.   




I

Nunca llegamos a contar las cosas como pasaron.
Nunca lo volvemos a recordar.
Toda palabra es cordura
toda historia un camino.

¿Decir?,
qué había que decir entonces
si todo era loco y perdido.

La comunicación
si llegó
se hizo de todos los restos de silencios,
de todo lo que nunca se llegó a decir.

Pero ahí trazamos nuestro mundo,
hecho de la templanza de las formas que había,
en la seguridad de las frases usadas,
con las historias que deben ser.

Cómodamente sin escoger
elegimos la soledad
de hablar un lenguaje callado
en  palabras dadas.
Eso de las buenas maneras.
Eso de hablar propiamente,
de oír decir y decir,
de oír
para poder decir.
Para poder hacer un martes de cordura hasta el final,
para transformar un mundo salvaje
en vidas semejantes,
calladas como el orden.

Palabras como números,
palabras como calles,
palabras
como estanterías,
que no cuentan lo que se extravía,
lo que no se coge,
lo que se va.

Y entonces
es la pausa sobre todo lo demás.
Lo que ya no recuerdas.
Lo que nunca supiste.
  
II

¿Y  de qué nos hicimos tú y yo?
¿qué nos dijimos
que nadie sabía?.

Siempre te quise contar otras cosas.
Y hoy me disfrazo de sangre
porque no me escuchas
y te quiero decir algo.

Y lo que me extraña es que nadie vaya hoy de rojo,
que nadie tenga hoy
nada que gritar.

Y entre todo el ruido nos miramos
y en silencio te voy a decir
que te voy a unir a mí,
en esa diferencia entre lo dicho y lo posible.
En el silencio de todas las cosas que dicen calladas,
te voy a unir a mí.

Pasos en alguna dirección
o una cosa que se vio
y completó su existencia
sin adquirir la forma concreta de una frase,
porque tal vez decirlo con palabras
no era tan importante.

III

Voy a hacer una realidad que recordemos,
voy a decirte algo que no sea un relato que olvidar.
Un mundo hecho de otras cosas,
una larga historia de silencios que contar.
Cuando la conversación en verdad dicha
sólo parezca ahora una música ambiente;
como una luz de atardecer,
o un suelo de tarima
o un cielo abierto
o una estatua.
Algo que sólo nos rodea
mientras hablamos tirando colores sobre la mesa,
guiñando con disimulo,
callando
cuando hay que hablar.

Porque lo dicho
no llega a ser todo el contenido
de lo que pasa.
Hay pocas palabras
muchas veces usadas
y es poca la memoria
para recordar.

Pero yo lo que quiero es darte un lenguaje tridimensional
que rompa las buenas maneras
y hable de lo que sé de ti.
Decir
como todo lo contrario del olvido.
Decir
como regalar.

IV

Porque siempre está toda la realidad abierta ante nosotros
moviéndose como la sangre dentro,
emanando invisible
de cada parte mínima del mundo.
Cualquier cosa que llame nuestros sentidos en el instante.


Una sombra que ahora habla,
las manos agarradas,
el timbre,
los balbuceos.
Equívocos.
Gestos año tras año
y las cosas que tú nunca dices.
Acontecimientos sobre los que luego pienso
y se quedaron inaccesibles a las palabras
o sólo despreocupados de ellas.

Y todo lo demás que hace el mundo.
Interpretaciones, chismorreo, o sólo mentira.
Ausencias, intentos o sólo secretos.
El cortocircuito entre todos nosotros,
la laguna,
el abismo,
la soledad.
  
V

La cabeza llena de comodines
de interrogaciones,
de supuestos,
de saltos mortales.
Los pasos llenos de la incertidumbre
de lecturas vacilantes,
de los sorbos despreocupados de los sentidos.
Saber
sin saber que sabes.

Diálogos cerrados como canciones,
el pacto secreto de los modales,
la cordialidad de las medias verdades.

Cruzarse de brazos
sin sorpresas
reaccionar
sin sorpresas
lanzar palabras como acuerdos
sin sorpresas.

VI

Y en verdad no hay grandes secretos
sólo ausencias.
Porque jugamos al juego de hacernos los tontos.
Sin palabras mal sonantes
sin grandes robos.

Yo no te puedo raptar
pero lo haría
y a ti te gustaría.

Pero a lo mejor
esto será lo que forme parte de la literatura,
de la letra subterránea y susurrante del arte.
Pero yo te lo diría
yo rompería todas las reglas de las buenas maneras
y la normalidad
y te enviaría
lienzos de rojos vivos,
te enviaría
cucharadas de sangre,
agua para mojar tus muñecas ahora,
frases en el ladrillo frente a tu ventana,
gritos alocados,
mordiscos sin cordura.
Te enviaría
latidos del corazón,
y sueños y pesadillas,
y todo mi mundo
en el lenguaje de los locos.
Y tú irías ciegamente
corriendo de mi mano
y en algún punto
estaríamos lejos
de un mundo de silencios o palabras.

VII

Porque esto es lo que quiero
decir finalmente.
Sentir
que en este mundo nos unimos.
Decir
de tal modo que llegues a saber,
decir de tal modo
que nunca llegues a olvidar.

Hacer algo perdurable,
sangrante,
vivo.
Hacerlo para ti.
Decir locamente si hace falta,
algo que sea muchas cosas,
algo que se retuerza,
que se resista,
que se quiera escapar siempre salvaje.
Algo amplio entre tú y yo
que pueda contar esa violencia,
nuestra duda, ese caos.
Algo que muestre un amor y un odio,
un antirelato,
unos segundos que vinieron como balas,
unos silencios como gritos.
Aunque sea un dibujo y no la vida.
Aunque sea esto y no la realidad.


Y así traigo el caos y el silencio disfrazados
para sacrificar amores y odios
por la vida subterránea de una obra.
Realidad perdida
por el arte.
Incertidumbre
en lugar de seguridad.
Eternidad
en lugar de muerte.

Un tema concreto

Voy a intentar por todos los medios que esto que escribo no acabe en palabras huecas que no dejan espacio ni para el miedo; palabras afiladas y retorcidas que vienen de una mente desequilibrada y angustiada por preguntas sin respuesta y soluciones inexistentes. Que la negatividad no pese más que el aire que respiramos y las lágrimas no resbalen sin control alguno por nuestras mejillas. No sé si quiero decir algo o simplemente tecleo para ir comiéndole “cachos” al día, de una forma u otra aquí estoy, dispuesta a dejar volar los sueños a sus anchas por mi habitación oscura y fría donde las mentiras han dejado de tener sentido.

Y vuelvo a querer encontrar un objetivo que haga que me sienta menos insegura y me de respuestas inmediatas al porqué de todo esto. Y no me refiero al porqué del aquí y el ahora, sino al porqué de todo esto, sí, al porqué de todo esto. Volvedlo a leer. AL PORQUÉ DE TODO ESTO. Siento que lo que me rodea es una broma pesada que un día sin darme cuenta terminará y por fin empezaré a disfrutar de los buenos momentos que mi memoria guarda bajo llave. Pero ahora mismo solamente veo rostros llenos de críticas, ojos blancos vacíos y gestos dolorosos. El porqué de todo esto no es más que un mundo donde la educación no es importante, el respeto no se conoce y el dinero y la religión están por encima de nuestras cabezas, sobrevolando a nuestros pensamientos e impidiendo que seamos seres humanos. Sólo es eso, hemos dejado de ser humanos y hemos pasado a ser algo que no conozco y me da miedo. El éxito no tiene sabor ni olor y me gustaría, a veces, que las personas no actuaran según el cliché que tienen.

Creo que he vuelto a no decir nada, espero que en un futuro esto no me vuelva a ocurrir y hable de cosas concretas, porque cuando se hablan de cosas concretas a mí me parece que se entiende todo un poco mejor. Quizás sea que a pesar de tener miedo, aún sigo creyendo que hay algo en lo que puedo centrarme sin salir corriendo. Algún día elegiré un tema y solamente hablaré de él; hoy por hoy, no puedo.

Semifrío


Imagino a veces que estoy boxeando,
que bailo a los pies del vértigo.
A veces imagino que la tierra es sólo mía y todo a mi lado mira sin ver nada, hace ruido
sin llegar a decir.
Y parece que a todas las partes del mundo, a todas las acciones
les falta uno o varios trozos. Que todo está desconectado de todo y nada comprende nada.

Una boca bajo el antifaz
un trozo de ti bajo la sombrilla
una dirección borrosa de pasos
que no sé hacia donde van.
Semifrío.
La parte de una parte de una parte.

Interpretar, hacer como sí.
Jugar a que entendemos todo de este mundo
y que sabemos exactamente lo que hacemos.

¿cuántas veces al día sientes que te has equivocado?
¿cuántos disfraces has tenido ya?

Paralelamente a mis confusiones cotidianas
estoy jugando contigo a ver en qué nos convertimos.
No lo sé.
Estoy fingiendo tranquilidad,
estoy haciendo de persona que sabe lo que hace,
de persona que tiene en su cabeza
un camino que sólo poco a poco se irá desvelando.
Pero no, ¿lo sabes tú?
yo sólo respondo a arañazos o caricias,
a indiferencia o aburrimiento,
sólo respondo a la luz que es estar esperando.

A veces imagino que los otros cuerpos  son también cuevas.
Que todas las casas son cuevas
donde lo extraordinario y lo salvaje se defienden
de todo lo que ahí fuera escupe olvido y nimiedad.



Saltar a la pata coja

Qué difícil es empezar algo que solamente has tenido en la cabeza y nunca has hecho el intento de llevar a cabo. Tanto tiempo encerrado en un espacio minúsculo del cerebro, esperando a que llegue el momento en el que se decida poner uno manos a la obra. Han pasado muchos días queriendo hacer esto, trazando planes y meditando de cómo sería. Y, hoy, llegados a este punto, veo todas las incapacidades sobresaliendo por mis dedos al presionar estas letras descolocadas y sin sentido. Pero no pretendo convertir esto en un montón de reflexiones individuales y tristes. Quiero creerme que puedo y que escribir no es sólo algo que tengo encerrado en mi cabeza, quiero creer que puedo comunicar y luchar de la mano de los lectores para crear un espacio libre donde la cultura, las pasiones y las cosas de verdad importantes, valen más que un conjunto de seres humanos viendo la televisión a la misma hora y hablando del tiempo en el mismo espacio. Que no digo que esto sea un error, sólo que para la que escribe poesía, “poniendo su alma en papel” y para mí existe algo más que nos hace movernos y respirar por las mañanas, algo tan sencillo como brindar con una cerveza o reír a la vez sin necesidad de explicar un porqué.

Escribir no es un pasatiempo, escribir es una forma de vivir en el que es posible hacer realidad todas las ilusiones que nuestra imaginación lleva a cabo a lo largo de los segundos, los instantes que no podemos detener ni guardar pueden quedar dibujados en líneas de tinta para no ser olvidados. Escribir es una forma de encontrarse a uno mismo si uno mismo está dispuesto a encontrarse, puede ser doloroso o esperanzador y puede ser el remedio invisible que todos andamos buscando.
Me está constando no dar rodeos sin fundamento, me resulta muy difícil unir palabras con significado que realmente trasmitan algo; a veces me pregunto si el objetivo de todo esto es trasmitir algo, ¿quién soy yo para considerar que estas reflexiones puedan trasmitir algo importante? Una vez aquí, me limitaré a escribir sin más y sin esperar un final argumental: el fin está en la propia acción. Y si en algún momento me siento lo suficientemente ridícula cerraré lo ojos muy fuerte y me iré a las clases de Gabilondo donde todo era de color granate y con olor a tomillo.

Supongo que esto sólo es el principio de algo que espero lograr, haremos entradas con soluciones enormes y haremos entradas que no digan nada. Realizaremos listas de sólo cosas buenas y hablaremos sin escondernos detrás del miedo. Da igual que sea una poesía, una reflexión o un relato. Todo, absolutamente todo, dirá algo de nosotras. Una foto, un vídeo de YouTube o una receta de cocina. La situación es muy sencilla: “sal, da una vuelta y enseña los dientes, salta a la pata coja y siente que estás vivo”